jueves, 23 de febrero de 2012

Rêve

Hay momentos en los que el cuerpo te pesa y tu ser está tres palmos por debajo del nivel del suelo en los que tomas decisiones erróneas, como renunciar a tus sueños. Esa vocecilla aguda de tu inconsciente te hace replantearte una y otra vez qué tiene de bueno creer que la vida hará realidad todas esas ilusiones con las que soñabas de pequeño y que poco a poco se han convertido en algo real, en un verdadero ansia por lograr una fantasía, una serie de imágenes situadas en ningún lugar concreto, con personas que tal vez ni  existan, en un momento indeterminado... Así que decides volver a darle alas a tu imaginación y creas otra realidad alternativa. En ella no lo has logrado, has perdido tu vida corriendo detrás de un sueño al que nunca llegaste a atrapar, corriendo en círculos, esforzándote sin obtener la recompensa que esperabas. Según mi punto de vista a veces los sueños nos impiden disfrutar de la realidad, de ésta en la que vivimos día a día y que es lo único que verdaderamente tenemos. Cuando no logras cumplirlos o te das cuenta de que nunca llegará a ser tan perfecto como lo imaginaste te hundes, poco a poco, cayendo quien sabe a donde. Por eso mi mayor sueño debería ser abrir los ojos cada mañana dispuesta a afrontar un nuevo día, pero por desgracia no lo es, yo también soy de las personas que esperan más de la vida de lo que ésta nos puede llegar a proporcionar, yo soy de las que se tira el día en una burbuja trazando lineas, dibujando ilusiones que espero que algún día se hagan realidad. Y, es más, en momentos en los que soy feliz, en los que mi ser está al nivel de las nubes y no tengo la sensación de pesadez, en esos instantes me permito pensar que tal vez no esté tan mal permitirse soñar.

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